Enseñe a los niños a adaptarse

Enseñe a los niños a adaptarse

Intentamos crear un mundo estructurado y predecible para nuestros hijos. Trabajamos duro para darles un horario regular y expectativas consistentes. Nuestro objetivo es hacer que sus vidas sean predecibles, estables, seguras y protegidas. A medida que crezcan, esperamos que esta experiencia temprana se internalice en una especie de centralización y se estabilicen en un mundo en constante cambio. Además de brindarles a los niños un comienzo seguro y confiable, ¿cómo podemos prepararlos para los altibajos de la vida? Una forma puede ser cultivar activamente una actitud positiva hacia el cambio.

Una actitud positiva no requiere que Pollyanna sea ingenua o reprima las emociones. Más bien, implica evaluar de manera realista los aspectos positivos y negativos de los cambios venideros. En el lado positivo, el cambio es una oportunidad para expandir la experiencia. Puede mejorar la vida, renovar y mejorar la felicidad. Por otro lado, cuando el cambio implica una pérdida, significa estar positivamente triste y lidiar con los sentimientos. Cuando el cambio crea obstáculos, significa ser proactivo y creer que una persona puede influir mejor en su destino.

A continuación, presentamos algunas estrategias que los padres pueden utilizar para cultivar esta actitud en sus hijos:

  1. Aunque nos esforzamos por hacer que la vida de nuestros hijos sea segura y predecible, ellos experimentan cambios de vez en cuando, a veces con cambios dramáticos. Como padres, podemos usar estas experiencias como una oportunidad para enseñar activamente a nuestros hijos cómo adaptarse. El primer paso es observar a su hijo durante un período de tiempo. Preste atención a la reacción de su hijo a las perspectivas cambiantes. ¿Existe un patrón? ¿Suele pisar el talón? ¿Se pondrá ansioso y temeroso? ¿O está esperando una nueva experiencia? Estos patrones y actitudes pueden continuar hasta la edad adulta. El objetivo es cambiar los patrones y actitudes negativas inmediatamente antes de que se arraiguen.
  2. Cuando su hijo se enfrente a una nueva situación o un cambio inminente, hable con él sobre sus sentimientos. A veces, es más fácil decirlo que hacerlo. Dependiendo de la edad, el temperamento y los antecedentes del niño, es posible que no pueda hablar directamente sobre sus sentimientos. Si el niño tiene dificultades para expresar sus sentimientos, trátelo de forma indirecta. Tal vez dé un ejemplo similar de su propia vida y discuta cómo se sintió en ese momento. Para los niños pequeños, puede ser útil utilizar un libro de imágenes en el que el protagonista haya experimentado experiencias similares.
  3. Deje que su hijo se aflija por la pérdida que el cambio le ha traído a su vida. Reconozca que la pérdida es real y consuélelo en su tristeza. Si al niño no se le permite expresar su tristeza, agravará su ansiedad y puede conducir a la depresión.
  4. Descubra la imagen en la mente del niño. Los sentimientos del niño sobre los cambios venideros están directamente relacionados con su comprensión de lo que está sucediendo. Si un niño se dice a sí mismo que se mudará a una nueva comunidad y los hijos de los vecinos lo evitan, entonces tiene sentido que se sienta triste y temeroso. Pregúntele claramente a su hijo qué piensa del futuro que sucederá si ocurren cambios.
  5. Busque ideas desastrosas. El pensamiento catastrófico es un pensamiento en blanco y negro, pero solo en negro. Busque el uso de palabras como “nunca”, “siempre”, “todos” y “nadie”. Algunos ejemplos pueden ser “Nunca haré amigos en mi escuela”, “Todos ya tienen amigos” o “Nadie quiere ser mi amigo”. Estas declaraciones pueden parecerle reales al niño, pero no lo son. Su trabajo es desafiar estas afirmaciones y ayudar a su hijo a desarrollar una visión más equilibrada de lo que puede suceder en el futuro. Si desafía repetidamente el pensamiento catastrófico, su hijo dominará la tecnología y comenzará a usarla por su cuenta.
  6. Prepare al niño para evitar que algunos de sus miedos se hagan realidad. Por ejemplo, si nadie está hablando con el hijo del nuevo vecino, sugiérale que entable una conversación en la parada del autobús o que llame a la puerta del vecino para presentarse. Obviamente, si el niño es tímido o tiene otros obstáculos, debe ajustar sus sugerencias en consecuencia. Además, pregúntele al niño si puede pensar en una solución. Enseñar a los niños a afrontar los cambios de forma proactiva traerá beneficios inconmensurables a lo largo de sus vidas. Las personas activas se sienten más en control de su entorno, que está directamente relacionado con la satisfacción con la vida.
  7. Cuando sea apropiado, deje que el niño trate de imaginar un resultado positivo. Anímelo a pensar en todas las maravillosas posibilidades que podría traer el cambio. Este ejercicio les enseña a los niños a pensar con optimismo. Asimismo, después de una repetición suficiente, el niño puede adoptar esta técnica por su cuenta.
  8. Una vez que se hayan producido los cambios y el niño se haya adaptado, preste atención a su éxito. Recuérdele la “imagen en su mente” y compárela con la situación real. Esto le ayudará a realizar comprobaciones de la realidad sobre el pensamiento futuro.

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