5 hábitos de una familia feliz
Cuando se les preguntó qué es lo que más quieren de sus hijos, la mayoría de los padres respondieron que solo quieren que sean felices. Parece un deseo bastante modesto. Pero todos sabemos que para algunas personas es difícil encontrar la felicidad.
Una forma de hacer realidad los deseos de nuestros hijos es crear el hábito de la alegría desde el principio. Los niños que aprenden a ser felices a una edad temprana aprenden esta lección durante toda su vida.
Se ha descubierto que las familias fuertes y felices comparten algunas características clave. Si desea que sus hijos sean felices y que sean adultos felices, haga todo lo posible por incorporar estos cinco hábitos felices en la rutina diaria de su familia:
- crimen. Ya a principios de 1900, Alfred Adler, uno de los fundadores del campo de la psicología, estaba convencido de que una necesidad humana fundamental es tener un sentido de pertenencia. Esta necesidad se satisface primero con un fuerte compromiso mutuo dentro de la familia. Cuando una pareja está verdaderamente comprometida a estar junta, pasando por buenos y malos momentos, ricos o pobres, enfermos y sanos, crea una sensación de seguridad y paz que beneficia a todos en la familia. Cuando la confianza es un hecho, ambas parejas pueden relajarse sabiendo que no importa cuál sea el problema, están juntos. Cuando los niños saben que los necesitan (incluso si pueden ser una sorpresa al principio), se sienten seguros y prosperan. Una familia leal es aquella en la que todos saben que son amados, importantes y especiales. Se apoyan mutuamente y se mantienen unidos.
- celebrar. Familia feliz celebrándose unos a otros. No esperan “oportunidades”. Están atentos a las pequeñas “victorias” de la vida y se animan unos a otros en sus esfuerzos. Son fanáticos fervientes en las gradas o en la audiencia de las competencias, obras de teatro, conciertos o concursos de ortografía de los demás y más. Si los miembros de la familia están involucrados, otros miembros del clan están allí para animarlos. Incluso los parientes lejanos aparecen con frecuencia. La competencia entre los miembros de la familia es solo la competencia más amistosa. Están tan interesados en la diversión del juego como en ganar.
- comunicar La familia feliz se preocupa el uno por el otro. Cuando alguien quiere compartir, baja el dispositivo, pone el proyecto en espera y se concentra en escuchar. Se preguntaron mutuamente sobre su día y quedaron intrigados por las respuestas. Comparten sus propios pensamientos y sentimientos y responden con consideración y sensibilidad a los pensamientos y sentimientos de los demás. Pueden involucrar incluso a los miembros más jóvenes de la familia en conversaciones reales. Todos se sienten valorados y respetados por sus propias ideas, puntos de vista y opiniones. Los niños que crecen en tales familias se convierten en adultos que entienden y se comunican.
- Cuidado. Las personas en familias felices se preocupan genuinamente y lo demuestran. Sus interacciones son más positivas que negativas o críticas. De hecho, Barbara Fredrickson, una de las principales investigadoras en psicología positiva, descubrió que cuando la proporción de comentarios positivos a comentarios negativos era de tres a uno (o más), la vida de las personas cambiaba para mejor, más felices y más exitosas. Los miembros de una familia feliz se aseguran mutuamente su amor a través de palabras y obras. Las pequeñas expresiones reflexivas son solo parte de una rutina familiar. Se entiende que las expresiones de cortesía (por favor, gracias, lo siento) son una forma importante para que las personas muestren respeto y cuidado mutuo. Pasan tiempo juntos no porque tengan que hacerlo, sino porque quieren.
- abrazo. Es algo de lo que no se habla lo suficientemente cerca en ninguna parte. Las personas necesitan ser tocadas, abrazadas, acariciadas y abrazadas. Los grandes abrazos y las pequeñas caricias son una parte importante de la comunicación no verbal en una familia feliz. Dan y reciben libremente el calor del contacto físico afectuoso. Incluso los adolescentes lo necesitan, aunque a veces se sienten avergonzados. Los padres sensibles tienen cuidado de mantener los abrazos, pero también recuerdan hacerlo de una manera que no incomode al adolescente.
La felicidad no es un “extra” en la vida. Este punto es muy importante. Las personas felices no solo se sienten mejor, sino que en realidad tienen más éxito en su vida personal y laboral. No, la felicidad no viene del éxito. Sonja Lyubomirsky y su equipo de investigadores de la Universidad de California han demostrado que funciona justo al revés: el éxito proviene de la felicidad.
Tener una familia fuerte y feliz también fortalece la resiliencia de nuestros hijos, lo que les permite hacer frente a los desafíos inevitables de la vida. Jenny y Jack Bullock, de la Universidad de California, Berkeley, descubrieron que los niños felices tienen más probabilidades de desarrollar la capacidad de adaptarse al cambio y recuperarse de los momentos difíciles.
Los niños felices son niños sanos. Las investigadoras Bethany Kok y Barbara Fredrickson descubrieron que “las experiencias momentáneas recurrentes de emociones positivas parecen actuar como nutrientes para el cuerpo”.
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